Hoy, 23 de julio, se conmemoran seis meses del
fallecimiento del padre Tarcisio Dino Ciabatti, quién partió a la presencia del
Señor a los 89 años de edad. Nacido en Italia en 1936, sus restos descansan
temporalmente en la Parroquia de la entidad territorial “Kereimba
Iyaambae”, donde dedicó gran parte de su vida al servicio del pueblo guaraní.
El Padre Tarcisio llegó desde Italia en 1976, procedente de la ciudad
Dama, Provincia de Arezzo. Con la humildad propia de los franciscanos, se
comprometió desde el inicio con los sectores más excluidos, insertándose
profundamente en la realidad del pueblo guaraní, en Gutiérrez, provincia Cordillera
del departamento de Santa Cruz. Aunque no contaba con formación en comunicación
o periodismo, llevaba en el corazón un amor inmenso por los descartados,
aquellos que viven en la periferia de la Iglesia (como lo definiría años más
tarde el papa Francisco), y combinó todo eso con una gran creatividad.
En una región alejada de los centros urbanos, donde la mayoría de la
población guaraní era analfabeta y carecía de acceso a la educación formal, el
padre Tarcisio vio una oportunidad en la escuela radiofónica “El Maestro en
Casa”, difundida por el Instituto Radiofónico Fe y Alegría. Con espíritu
visionario, asumió el desafío de conectar a las comunidades rurales mediante
kilómetros de alambre. Desde su oficina parroquial instaló un receptor de
radio, del cual empalmó los primeros metros de cable hasta llegar a la casa más
cercana. Allí, en otro pequeño radio-receptor, de frecuencia fija, conectaba
alambre tras alambre hasta conseguir que en los hogares guaraníes se emitiera
las clases para adultos.
Conectado al corazón del pueblo guaraní, también
identificó la necesidad urgente de fortalecer la salud comunitaria. Fundó
entonces la Escuela de Salud del Chaco TEKOVE KATU, con el objetivo de formar a
jóvenes indígenas en áreas como enfermería, salud ambiental, nutrición y
trabajo social, perfilando así a una nueva generación de ipayes modernos. En la
publicación Tekove Katu, Elio y Elías, afirman que, “la escuela y Tarcisio son
la simbiosis construida
en su misma existencia”. Incluso se
preguntan qué pasará cuando uno de los dos falte, una interrogante que hoy permanece
viva en quienes conocieron al padre Tarcisio y fueron testigos de su entrega
total.
Es así como José Ros, una de las personas más cercanas
a él, lo recuerda con profunda tristeza a seis meses de su partida: “no
está con nosotros, en su Centro del Tekove Katu, ni retransmite desde su
escritorio, las clases del Maestro en Casa. Pero es seguro que, allá donde esté
recibirá otras ondas radiales que le inundarán sus oídos con una música
celestial”.
Desde la dirección de Formasol, la Lic. M. Aida Mojica
Miranda, manifiesta: “Recordamos al Padre como aquel hombre, amable, servil,
protector siempre dispuesto a hacer de cada situación un momento especial: ya
fuera al compartir un café, una pasta o el tradicional vinito después del
almuerzo, etc. Cuando era necesario trasladar al equipo a las comunidades, siempre
estaba atento con sus recomendaciones pensando en el bienestar del equipo
técnico, y si el servicio de transporte fallaba, ponía a disposición la
movilidad del Tekove. El acompañamiento a las comunidades guaraníes más
alejadas, era siempre una prioridad para él”.
Recordar a Tarcisio es revivir su legado
transformador. Fue un hombre que cambió vidas, especialmente la del pueblo
guaraní. En la misma publicación, Elio y Elías lo describen como “un sujeto
polifacético e imposible de definir con palabras: pero lo que más resalta en él
es su paciencia singular, su capacidad de tolerancia, su sencillez y su
jovialidad, su destreza para construir amistades, habilidad para adaptarse al
tiempo y las circunstancias, su poder de convencimiento. Estas características
semejantes al guaraní hicieron que se integre en todo y en cualquier lugar rincón
de la sociedad guaraní”. Por estas cualidades aseguran que, “es la médula
esencial de la TEKOVE, avanzar al ritmo de la gente y como la gente quiere”.
Christian Darras, representante de la OPS, lo recuerda
al padre Tarcisio como, “una persona hospitalaria y con una fina inteligencia,
pero más que todo lo recuerda como misionero altamente revolucionario y
defensor de los derechos colectivos”.
Desde sus inicios, la escuela se ha sostenido gracias
al apoyo de personas solidarias que, al conocer el trabajo del padre Tarcisio,
se sumaron como voluntarios. Por eso también, se decía que el padre era un
pescador de personas. En la publicación Tekove Katu, Elio y Elías relatan: “Tarcisio
es una persona que siempre anda pescando a personas para invitarlas a su
escuela y para que den una charlita a los muchachos”. Gracias a este espíritu
incansable, la escuela se ha mantenido viva con apoyo de voluntarios y
organizaciones aliadas como FORMASOL, que desde el 2009 colabora con talleres de
información, educación, comunicación y fortalecimiento organizativo.
La Escuela de Salud del Chaco TEKOVE KATU representa una
oportunidad real para jóvenes indígenas de tierras bajas, permitiéndoles
formarse en el ámbito de la salud para contribuir al bienestar de sus
comunidades, especialmente en contextos donde la cobertura sanitaria es limitada.
TEKOVE
KATU
Un legado del padre Tarcisio Dino
Ciabatti-Taturapua