En el Día Internacional de la Paz, que se celebra cada 21 de septiembre, es importante recordar que todas las personas tenemos la responsabilidad de construir un mundo mejor, sin conflictos armados y con condiciones de vida dignas e igualitarias para todos.
Esta fecha fue establecida por la Asamblea General de la Asamblea de las Naciones Unidas en 1981. Dos décadas después, en 2001, se decidió designarla oficialmente como una jornada de no violencia y alto al fuego.
Hoy, el planeta enfrenta una profunda crisis global provocada por diversos factores, entre ellos los conflictos armados, que además generan impactos económicos que afectan a todos los países. En Bolivia, y particularmente en el pueblo guaraní, esta realidad genera preocupación y reflexión sobre el papel de cada persona en la construcción de paz.
En una entrevista con el Arakuaiya (sabio) Enrique Camargo, él expresó:
“Vivimos una crisis terrible en estos últimos tiempos: guerras en diferentes lugares, amenazas de una tercera guerra mundial, los países mostrando su poderío armamentista, mientras millones de personas mueren de hambre y enfermedades. Paradójicamente, los países que se consideran más desarrollados son quienes generan las condiciones para la guerra, pero no para la paz.
Esto es una crisis humanitaria y civilizatoria. La civilización parece entenderse cada vez peor y se va deteriorando cada vez más se va deteriorando. Esta preocupación no es solo global, también, también ocurre en nuestro país: nuestros políticos no generan esperanza de paz, sino que promueven confrontaciones y fabrican conflictos para posicionarse como líderes, pero de manera equivocada”.
Ante esta situación Camargo plantea una salida:
“Debemos entender la dimensión humana y finito de la vida. Para ello, es fundamental recuperar el valor de la familia desde nuestros antepasados. Es en el hogar donde se debe incentivarse la convivencia pacífica, para construir así una sociedad más armónica”.
El lema de este año es, “Actúa ahora por un mundo pacífico”. Naciones Unidas hace un llamado a toda la comunidad internacional para trabajar por la Paz, recordando que cada persona tiene un papel clave que desempeñar. Más allá de las palabras nuestras acciones cotidianas deben hablar por sí mismas y contribuir a un futuro sin violencia.
La paz no es solo una meta, sino un
compromiso diario. Cada persona puede aportar, desde su hogar y su comunidad, a
construir un entorno más justo y armónico. Este 21 de septiembre recordemos que
nuestras acciones, por pequeñas que parezcan, pueden marcar la diferencia para
lograr un mundo sin violencia.
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